El 7 de Julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo. La jornada recuerda el fallecimiento del conservacionista Hugh Hammond Bennet, un hombre de ciencia que dedicó sus esfuerzos a lograr un aumento de la producción de la tierra a través de su mayor protección y trabajó además para concientizar de los beneficios de su adecuado manejo y resguardo.
Nuestro país adhirió a este homenaje a partir del año 1963 a través del decreto Nº 1574, del entonces presidente Arturo Illia que en sus considerandos establecía: 'que el suelo agrícola configura el soporte más sólido de la economía argentina, así como de su expansión futura y que, consecuentemente, la conservación de nuestro recurso natural básico es imprescindible para garantizar el bienestar de todos los habitantes de la nación'. ..'Por lo tanto el presidente de la Nación Argentina, decreta: Institúyese el 'Día de la conservacion del suelo', que se celebrará en todo el territorio de la Nación el 7 de julio de cada año'.
El suelo es un recurso natural no renovable, sujeto actualmente a un alto proceso de degradación que disminuye su capacidad productiva. Variaciones climáticas y diversas actividades humanas, como el cultivo y el pastoreo en exceso, la deforestación y la falta de riego son los factores que van convirtiendo una tierra vulnerable en una zona desértica. Así, el proceso de desertificación es el resultado de fenómenos naturales y acciones antrópicas que pueden agruparse en grandes categorías: la erosión hídrica y eólica más el desmonte indiscriminado y el mal uso de la tierra atentan contra la fertilidad del suelo, deteriorando el hábitat y la disponibilidad de agua.
Según estudios realizados por el Instituto de Suelos del INTA en la región pampeana -la más fértil y productiva de nuestro país-, muestran que un suelo con erosión severa, pierde por hectárea y por año alrededor de 15 centímetros de su capa fértil, lo cual representa unas 30 toneladas de suelo, 60 toneladas de materia orgánica y 30 kilogramos de fósforo. En las últimas dos décadas los niveles de materia orgánica de los suelos disminuyeron progresivamente, pasando de un 3,2 por ciento promedio en rotación agrícola-ganadera al 2,7 por ciento en suelos sometidos a agricultura continua convencional.
Existe una relación directa entre la degradación de las tierras y la degradación de la calidad de vida de quienes la habitan. Al volverse improductiva, la tierra obliga a quienes viven de ella, a buscar el sustento en las ciudades. Las consecuencias de este proceso son conocidas: movimiento migratorio forzado a la ciudad para sobrevivir en las más indignas condiciones de vida.
Por este motivo, la difusión y discusión de los problemas y posibles soluciones relacionados con la conservación del suelo deben ayudar a tomar conciencia de la importancia de sus decisiones a los diferentes actores del proceso productivo agropecuario, empezando por el Estado, el principal responsable.
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