El Mecanismo de Desarrollo Limpio, herramienta de implementación del protocolo de Kyoto, desempeña un papel fundamental como incentivo a los cultivos de agrocombustibles
Los países receptores, bajo la sombra del beneficio de generación de energías limpias, serán los que asumirán los costes de las externalidades socio-ambientales de los proyectos ejecutados por las consecuencias debidas a diferentes factores: la utilización de semillas transgénicas, el cambio de uso de las tierras y las pérdidas de carbono orgánico del suelo a la hora de plantar en zonas con alta densidad de materia subterránea.
Las semillas transgénicas no se pueden reproducir naturalmente, y el mercado alrededor de ellas fomenta el poder de las transnacionales monopolistas que controlan su producción y comercialización. Las consecuencias de los extensos monocultivos se manifiestan también en la pérdida de fertilidad del terreno, con evidentes daños sobre la biodiversidad local y los desplazamientos de las comunidades que no tendrán acceso a alimentos.
Se incentivará a los agricultores a cultivar productos destinados al mercado en vez de a la alimentación de sus propias familias. Además, la deforestación de grandes áreas de bosques para permitir la plantación de los monocultivos, con que se producirán los agrocombustibles suficientes para el abastecimiento de las necesidades de la UE, tiene el grave peligro de emitir más agentes contaminantes de los que se presupone ahorrar con la plantación de los nuevos cultivos.
Nuestro nivel de consumo necesita de todo eso para mantenerse constante, y las políticas que lo respaldan y lo fomentan no crean alternativas viables. Frente a este modelo económico que sólo globaliza los daños que genera, tenemos la responsabilidad de fomentar un cambio de ruta a favor de una gestión energética más sostenible: a escala local, transformando los hábitos de consumo de energía y apuntando hacia una gestión urbanística y de los transportes que tengan en cuenta los recursos autóctonos, el medio ambiente y la sociedad en el propio territorio y, a escala internacional, evitando el incremento de una deuda ecológica de la cual somos responsables.
Fuente: La Vanguardia, Internet, 26-5-08
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