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sábado, 12 de abril de 2008

Todo, tiene que ver con todo.....publican en el blog de 7mo año: La Anexa

Salvemos la Araucaria"...Dar la palabra.... Dicen nuestras maestras que:
Dar la palabra es un proyecto que tiene como objetivo promover la lecto-escritura, la producción escrita y el hábito de la lectura, favoreciendo el intercambio, la socialización y que las puertas de la escuela se abran a la comunidad para compartir los aprendizajes de los alumnos. Rosstoc asume esta propuesta como un desafío que no sólo tiene el valor educativo de investigar y escribir, sino que además busca trasmitir un mensaje con un importante contenido social.Entienden la palabra como multiplicadora de expresiones y la escritura como un modo artístico de narrar realidades. Es por eso que nos abre un mundo de posibilidades, como expresividad y como acto de compromiso, el de “dar la palabra”....Propone a chicos entre 9 y 12 años de las escuelas públicas que participen de “dar la palabra” escribiendo un cuento a partir de relatos recogidos en la comunidad, la familia y el barrio. http://www.darlapalabra.com.ar/proyecto.htm
Nosotros "La Anexa", decidimos participar, con un problema que nos preocupa: "La Araucaria del cantero de entrada a la escuela" SALVEMOS LA ARAUCARIA
“Las raíces de las cosas vivientes están entrelazadas". Cuando un árbol es talado, cae una estrella. Por lo tanto, antes de talar un árbol debes pedirle permiso al guardián de la selva o al cuidador de la estrella” (Antiguos Mayas)
Hola, les quiero contar que en la Escuela, tenemos un problema tan grande como yo. Estoy aquí por equivocación, pensaron que yo era una palmera, pero aunque no lo sea me dejaron crecer igualmente en su cantero, con otras plantas. Después me contaron que no fue así. Siempre supieron que yo era pino. Como sucede habitualmente la gente que trae vegetación exótica a la ciudad no conoce mucho sobre nuestras raíces. Yo puedo llegar a tener hasta mil años, ¡aunque ahora solo tengo 24 añitos! Soy de Australia, me trajeron los ingleses cuando construyeron la estación de trenes. Mido 30 metros de alto y tengo unos frutos muy, pero muy grandes, con muchas, muchísimas semillas. Los indios araucanos cocinaban y comían mis semillas, de allí mi nombre araucaria. Enumero situaciones y ustedes saquen sus propias conclusiones. ¡En cuantos líos me meto, y sin querer! ¿Me perdonan? Hace poco, más o menos un mes, casi se produjo un incendio, y dicen que fueron mis grandes y verdes ramas las que lo provocaron. Estas chocaron con los cables de la luz, y comenzó a sentirse olor a cable quemado. También con mis pies, digo mis raíces, rompo las cañerías. Mis frutos son tan grandes y pesados que podrían golpear cuando caen. Ahora llegó la hora, los chicos que me rodearon desde que era pequeña deben decidir si me tengo que quedar o trasladarme a otro lugar: ¿A dónde? ¡A un descampado, a la plaza, o a otra escuela o jardín con más espacio! ¿Pensaron en mí? ¿Qué voy a hacer en otra casa?, no voy a poder seguir creciendo mucho, porque en mi corazón va a seguir estando el dolor de tener que haberme mudado. Ese cantero es extraordinario, porque si no fuera por él, a lo mejor no hubiera podido crecer tanto como crecí. Ayer escuche que es muy costoso trasladarme, pero yo pensé que me iban a dejar seguir aquí, pero no, me quieren cortar ¿Por qué? Yo les dí sombra y todos mis frutos para que se alegren, y ahora ¿Qué voy a hacer? ¡Qué raro y desconcertante ese fugaz instante en el que nos damos cuenta de la fragilidad de estar vivo. ¿Continuaremos latiendo en nuestras semillas? ¿Nos recordarán por nuestras bondades o por nuestros errores? Memoria, memoria… Parece que fue ayer…, esta frase se la copié de las abuelas, sí, parece que fue ayer que me plantaron chicos y chicas vestidos de blanco, guiados por una señorita llamada Zulema. Todos los días desfilaban para regarme, cada pequeño con una taza con agua, esa taza en la que después tomaban dulcísimo, humeante mate cocido con leche en la cocina de la escuela. Gota a gota, agua pura. ¡Cuánto alboroto despertado en ellos porque veían que crecía rápidamente, eso me alentó a seguir extendiendo mis brazos al sol, pero…, me lo había chicharreado la cigarra y los gorriones, una y otra vez cantando esa canción de Facundo que dice así: -Vuele bajo, porque abajo está la verdad. Eso es algo que los hombres no aprenden jamás. No crezca mi niño, no crezca jamáslos grandes al mundo le hacen mucho mal. Esos gorriones parlanchines, que por las mañanas me aturdían, estaban en lo cierto. Les quiero contar, que no solo crecí yo, esos pequeños también lo hicieron. Ahora muchos son padres y sus hijos vienen a verme y les gusta sacarse fotos conmigo. Ese día sí, ese 29 de agosto de 2007, fue un día maravilloso. Los chicos organizaron una bicicletada a un predio recuperado de una ex fábrica. Un lugar que según me contaron está cerca del río, hay muchos árboles: pinos, moras eucaliptos, sauces, ceibos, quebrachos, y otros que no me acuerdo del nombre. Claro está, era el día del árbol. Parecía todo pintado de verde como mis punzantes hojas, globos verdes atados a las bicis, cintas verdes del lado del corazón, viseras verdes, corbatas con forma de árbol bordado con lentejuelas doradas, plateadas y verdes. Después de pasar el día en ese lugar con distintas actividades como búsqueda de tesoros, plantación de árboles nativos, los chicos volvieron a la escuela, me abrazaron entre todos y me dijeron: -¡Feliz día Bidilli!¡ Bunya, Bunya! .Así me bautizaron y uno de mis protectores leyó con voz gruesa y firme mis derechos: * Tiene derecho a la vida, porque también nace.* Tiene derecho a ser protegido, y a gozar de sus necesidades: luz, agua, aire, espacio.* Tiene derecho a no ser dañado. Todo lo que ponga en peligro su vida es un asesinato (fogones, incendios de reservas o parques).* Tiene derecho a cumplir su ciclo, y la tala indiscriminada les niega ese derecho. Si la tala es necesaria, tiene derecho una plantación equivalente en el mismo lugar.* Tiene derecho a crecer. Destruirlo siendo pequeño y sin haberse reproducido atenta contra la especie, e indirectamente contra nosotros mismos. Dijo que iban a poner redes para que mis pesados frutos, mis conos que guardan casi 200 semillas, no lastimen a nadie. Que podarían algunas de mis ramas para que las hojas, lanceoladas, filosas, no ocasionen ningún daño. Afinando mi oído pude escuchar que ese señor, mi salvador, era veterinario. -¡Genial! Un doctor de animales cuidando un árbol, una araucaria, un pino Bunya Bunya. ¡A mí!
Alumnos de séptimo año Escuela Nº:500 Domingo Faustino Sarmiento Villa Constitución Provincia de Santa Fe
Publicado por La anexa-2007

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